El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva el martes (29 de abril) para aliviar el impacto de sus aranceles automáticos, respondiendo al cabildeo de los fabricantes de automóviles, proveedores de piezas y comerciantes de automóviles. La medida se produce después de las advertencias de que las gravámenes excesivos podrían conducir a precios de automóviles más altos, cierres de plantas y pérdidas de empleos en la industria automotriz de los Estados Unidos. La decisión de Trump de suavizar el golpe de las tarifas proporciona un respiro para la industria, lo que permite a los fabricantes de automóviles que respiran espacio para abordar sus preocupaciones.

“Ahora he determinado que, en la medida en que estos aranceles se aplican al mismo artículo, estas tarifas no deberían tener un efecto acumulativo (o ‘pila’ uno encima del otro)”, explicó Trump en la orden ejecutiva. Hizo hincapié en que apilar los aranceles uno encima del otro podría exceder la tasa necesaria para lograr el objetivo de política previsto.

Disposiciones clave de la Orden Ejecutiva

Según el nuevo pedido, los automóviles importados ya no enfrentarán aranceles adicionales sobre el aluminio y el acero, evitando que se impongan múltiples tarifas al mismo producto. El cambio tiene como objetivo aliviar la presión económica sobre los fabricantes de automóviles.

Además, Trump ha ajustado los aranceles del 25% en las piezas automotrices, que se establecieron en vigencia el 3 de mayo. El nuevo plan permite a los fabricantes de automóviles que producen y venden automóviles completos en los EE. UU. Afirmar un desplazamiento de hasta 3.75% del valor de un vehículo hecho en el país. Este desplazamiento disminuirá al 2.5% en un año y se eliminará al año siguiente, en un esfuerzo por incentivar la fabricación nacional. Este alivio se aplicará a los automóviles producidos después del 3 de abril.

La orden ejecutiva se publicó antes de la visita de Trump a Michigan, un estado clave para la industria automotriz.

Reacciones de la industria

La decisión se produce después de semanas de cabildeo por parte de la industria automotriz, que expresó su preocupación de que los aranceles originales de Trump pudieran interrumpir la red de producción de América del Norte integrada entre Estados Unidos, Canadá y México. Los fabricantes de automóviles estaban particularmente preocupados de que los aranceles aumentaran los precios de los automóviles en miles de dólares y cuelen la cadena de suministro.

En Michigan, Trump dijo que la medida fue diseñada para dar a la industria automotriz “un poco de alivio”, especialmente porque las empresas trabajan para traer más fabricación a los Estados Unidos. “Solo queríamos ayudarlos … si no pueden obtener piezas, no queríamos penalizarlas”, dijo.

La continua flexibilidad arancelaria de Trump en medio de preocupaciones económicas

Este movimiento es parte de la estrategia más amplia de Trump para mostrar flexibilidad en sus políticas comerciales, que han provocado incertidumbre económica. La decisión de suavizar los aranceles automáticos se considera una respuesta a las crecientes preocupaciones sobre la desaceleración económica potencial y la inflación.

Una encuesta reciente de Reuters/IPSOS reveló que solo el 36% de los estadounidenses aprueba la administración económica de Trump, el índice de aprobación más bajo durante su mandato actual.

Impacto de los aranceles en la economía global

Las agresivas políticas comerciales de Trump, particularmente sus aranceles sobre bienes extranjeros, han reverberado en toda la economía global. Los mercados financieros reaccionaron negativamente a la incertidumbre generada por las tarifas, lo que provocó el temor de una posible recesión y una mayor presión inflacionaria. La decisión de la administración de suavizar el impacto en la industria automotriz marca un cambio estratégico para gestionar los efectos continuos de estas políticas comerciales.

El cambio en la política arancelaria se produce a medida que Trump continúa navegando por las complejas relaciones comerciales, equilibrando sus objetivos de reformular la fabricación y proteger a los trabajadores estadounidenses con las realidades de las presiones económicas sobre la industria automotriz.

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